miércoles, 17 de abril de 2013

Mi abuelito


                                                                                                                                             18/04/2013

 

 

Los primeros rayos de sol atravesando la cristalera de colores, despertaron a la pequeña, que ansiosa deseaba salir a jugar con su abuelo.

Se vistió y desayunó tan rápido que manchó su vestido nuevo, cosa que hizo que sus ansias de juego aumentaran.

Cuando hubo terminado todas sus tareas se reunieron en la trinchera (una caseta montada con mantas y pinzas por su abuelo y ella)  para decidir a que jugar. Barajaron miles de posibilidades, pero la más acertada les pareció jugar al escondite.

Empezó el abuelo a esconderse y a la pequeña le tocaría empezar a contar, cosa que aun no dominaba demasiado bien aún. Unnoo, Dosss, Tresss, Cincooo, gritaba canturreando, hasta que por fin llegó al diez.

Con sus dos cortitas piernas empezó a recorrer toda la casa, pues tenía la viva esperanza de encontrar a su abuelito; primero abrió la puerta de la cocina con algo de dificultad, miró en los armarios, en la papelera, e incluso miró dentro de la lavadora, pero allí no estaba.

Salió de la cocina para dirigirse al cuarto de estar, provocando un taconeo sobre el suelo de madera, recorrió toda la sala, buscó debajo de los sofás e incluso en la terraza, pero no, tampoco estaba allí.

Recorrió 4 habitaciones más, e incluso se atrevió a superar  uno de sus grandes miedos, que era mirar en la bañera, corrió con mucho miedo la cortinilla rosa del baño, y no, no encontró nada.

 De repente, un grito impertinente embaucó a la niña;  era su madre diciéndole que había que ir ya a comer, pero no, ella estaba decidida a encontrar a su pobre abuelito que se había perdido.

La niña pasó por al lado de un armario, pero un armario que hablaba, abrió las puertas y allí estaba metido el abuelito que, muerto de risa, cogió a  su nieta en brazos. Decidieron no moverse hasta que alguien les encontrara, pero no fue difícil, pues la risa de la pequeña les delató.

Fue la madre, y la tía de la niña las que los encontraron, con cara de asombro, pues su padre, el abuelito, nunca habría hecho nada semejante con ellas, pues era un hombre, duro, rígido, y muy exigente, pero en el fondo aun le quedaba un poco de la esencia de la niñez.

 

Años después, el abuelito cayó en una enfermedad, similar al Alzheimer, y día a día empeoraba, y la niña, empezó a no ser tan  pequeña y a tener consciencia de lo que estaba pasando, pues a medida de que el tiempo iba pasando, su abuelito pasaría a ser para ella la persona más importante de este mundo, su ejemplo a seguir en la vida, el padre que nunca tuvo .Puedo contaros que todo terminó un 7 de Diciembre de 2010, en el que el abuelito murió, escribo esto en homenaje a él, una de las personas más grandes para mí en esta vida.

 

D.E.P
 
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