El cálido viento arropaba mi
cuerpo, se oía a los pajarillos piar y la alta hierba era mi mejor colchón. Me
despertó aquel rayo de sol que estaba empezando a provocar en mi rostro un
picor algo desagradable.
En aquel paraíso todo era
mucho más fácil, todo, los problemas parecían simples pesadillas que tenía en
mis peores sueños. Me senté apoyando mi cuerpo en el bello Sauce llorón, y
divisé a mi izquierda un camino que nunca había visto. Me incorporé curioso
pensando en todos los secretos que aquel misterioso sendero escondía. Puse mi
pie derecho en la tierra y al instante, todo se desvaneció, los pajarillos, la
alta hierba, el cielo y el sauce, y allí estaba yo, en un camino desconocido,
en medio de la nada. No me asuste en absoluto, pues sabía que pasara lo que
pasara en aquel lugar todo era impredecible.
Brotó del suelo un cofre, de
tamaño medio, de color marrón oscuro, en el que se podía apreciar unas letras
que decían: “ábreme”, y eso hice, la abrí y encontré un sobre escrito con letra
elegante y cursiva, lo abrí y decidí leerlo.“La vida, es un camino lleno de obstáculos que debemos saber superar. Al final de este camino, hay un cofre que contiene la solución a todos tus problemas”.
Valiente y emocionado de que la solución a todos mis problemas estuviera al final del camino, me dispuse a andar con paso firme. Con forme iba caminando, en los dos lados del camino, se iban descubriendo imágenes, de mi, de mi pasado de mi presente, y de un nítido futuro.
Un ruido aterrador hizo que
me parara en seco, piedra a piedra parte del camino empezó a derrumbarse, y con
él todas mis esperanzas de encontrar la solución…Caí al suelo de rodillas, pero
no, no iba a rendirme tan fácilmente. A mi lado aparecieron unas vigas, tornillos,
un martillo, y cuerda, tenía que ponerme manos a la obra si quería acabar aquel
puente rápido.
Tarde horas, días semanas,
meses y años hasta que conseguí terminarlo y cruzar. Cuando llegué al otro lado
tomé un aliento de fuerza y de firmeza y me puse a correr esperanzado de que mi
respuesta estuviese cerca.
Un alto muro, impidió mi
paso, pero ese tampoco sería impedimento alguno para pasar, pues lo escalé, me
costó unas horas. Volví a reanudar mi paso firme, durante mucho tiempo, crucé
ríos, escale montañas y atravesé cuevas…
Estaba cansado, destrozado,
y destruido ya no podía mas... de mis ojos brotaban solo lágrimas desesperanzadoras, lloraba cual niño sin
consuelo, y así estuve horas, hasta que una mano me acarició la espalda, me
giré y un chavalito con cara humilde me sonrió.
-Hola amigo-
-hola- dije cansado, y
triste, ¿Cómo te llamas pequeño?-
-Me llamo Daniel, encantado-
Pasaron miles de cosas por
mi cabeza en ese momento, hasta que se me ocurrió preguntarle el por qué de
todo aquello-¿Por qué nunca llego al final del camino? ¿Por qué no alcanzo la
solución? ¿Y por qué hay tantos obstáculos?-
El chavalito me sonrió y me
dijo con un tono muy tierno -Esos obstáculos de los que hablas, no estaban
cuando tu llegaste, todos y cada uno de ellos te los has puesto tu mismo-
-¿Qué dices?- dije atónito.
-Me caes bien ¿sabes? pues
he visto a miles de viajeros en este camino, y algunos han muerto, otros nunca
llegaron a encontrar la solución, pero a ti te voy a ayudar, pero tienes que
prometerme que no te vas a quitar la venda de los ojos, y que vas a confiar al
100% en mi-
-Vale, lo haré- aquel crío
me inspiraba confianza, y mucha ternura, tenía algo especial que no sabría
describir.
Estuve caminando un rato de
su mano, hasta que me dijo que ya habíamos llegado, me quitó la venda, y ahí
estaba otro cofre… “esa sería la solución a todos mis problemas” (pensé hacia
mis adentros). Cuando fui a darle las gracias por haberme ayudado aquel muchachito,
había desaparecido, no le di muchas vueltas al asunto.
Me pregunté que habría en el
sobre… ¿dinero? ¿Una casa nueva? ¿Un coche nuevo?
Decidí abrirlo de una vez…
¿y que había? Un sobre.
Lo abrí y leí:
“! Enhorabuena peregrino
¡Has conseguido llegar al final de tu camino, y la solución a tus problemas es
esta:
Valora más tu vida, quiere a
tu mujer tal y como es, se honesto con la gente que te rodea, sigue luchando, y
nunca te olvides, de de creer en ti mismo”.
En aquel momento, desperté y
abrí los ojos, una luz fluorescente me cegó.
Estaba tumbado en la camilla
de algún hospital y Carlisle, mi mujer, estaba llorando sobre mi regazo, sonreí
al poder verla, ella siempre estaba tan bella, aun con la cara llena de
lágrimas era hermosa.
-Cariño, estoy bien te
quiero- le dije tranquilizándola
-Gracias a dios-empezó a
llorar aun más- cariño, no me des estos sustos-
-¿Pero qué ha pasado?- dije
confuso
-Te ha dado un ataque al
corazón Javier, otra vez. He llamado al un ambulancia, y en nada estábamos aquí, ha sido todo tan rápido,
todo esto en una simple hora, no te vuelvas a ir mi amor te quiero-
Todo había sido un sueño, una
lección vital, y es que lo que había pasado era tan sumamente real…En ese
momento besé a mi mujer y decidí hacer caso a la carta.Javier, vivo años y años de felicidad junto a su mujer, tuvo 2 hijos Daniel, y Pedro, pero una mal día le dio un infarto y murió, estoy realmente orgulloso de haber podido ayudar a mi padre en aquel día, y de haberle guiado hacia la solución. Día a día voy a su lápida y leo la inscripción:
“Javier, buen padre, buen marido , luchador, saltador de obstáculos, escalador de montañas y constructor de puentes, una gran persona, que nunca dejó de creer en sí mismo”.