jueves, 12 de diciembre de 2013

Dóname el brillante placer

Dóname el brillante placer de calar mis huesos con el frío, déjame abrir la ventana, apoyarme en el cristal y sentir como la húmeda noche penetra en mí, déjame sentir ese escalofrío que me congele. Necesito que el vello de mis brazos se estremezca y erice. Permíteme frotar mis manos mientras mi melena se despeina con el aire y cada uno de los bucles giran entre sí. Esta noche, solo por esta noche, déjame enredarme y enloquecer. Quítame la ropa, poco a poco, sin ataduras ni prisas, primero empieza por el jersey. Siente como mi piel es evidentemente granulada y relente. Por un segundo, observa como cierro los ojos tiritando, mientras mis pestañas bailan al son de las notas aguanosas. Sígueme desnudando, desabrocha los botones de mi pantalón y deja que la tela roce con mi piel tímida. Déjame al descubierto, como la tierra desnuda en un desierto, deja que el aire azote a cada parte mí, como mueve a los pequeños granos de arena. Siente como mi temperatura desciende. No me toques, no me hables, solo mírame. Solo y tan solo cuando veas que ya no aguanto más, únicamente cuando los grados bajo cero se hayan clavado en mí, dísparame al centro del alma con uno de tus besos, siente como en un segundo me enciendo, porque esa sensación es la que siento permanentemente cuando estoy contigo.

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