jueves, 12 de diciembre de 2013

Dóname el brillante placer

Dóname el brillante placer de calar mis huesos con el frío, déjame abrir la ventana, apoyarme en el cristal y sentir como la húmeda noche penetra en mí, déjame sentir ese escalofrío que me congele. Necesito que el vello de mis brazos se estremezca y erice. Permíteme frotar mis manos mientras mi melena se despeina con el aire y cada uno de los bucles giran entre sí. Esta noche, solo por esta noche, déjame enredarme y enloquecer. Quítame la ropa, poco a poco, sin ataduras ni prisas, primero empieza por el jersey. Siente como mi piel es evidentemente granulada y relente. Por un segundo, observa como cierro los ojos tiritando, mientras mis pestañas bailan al son de las notas aguanosas. Sígueme desnudando, desabrocha los botones de mi pantalón y deja que la tela roce con mi piel tímida. Déjame al descubierto, como la tierra desnuda en un desierto, deja que el aire azote a cada parte mí, como mueve a los pequeños granos de arena. Siente como mi temperatura desciende. No me toques, no me hables, solo mírame. Solo y tan solo cuando veas que ya no aguanto más, únicamente cuando los grados bajo cero se hayan clavado en mí, dísparame al centro del alma con uno de tus besos, siente como en un segundo me enciendo, porque esa sensación es la que siento permanentemente cuando estoy contigo.

L.code

sábado, 7 de diciembre de 2013

Capítulo Uno. "De golpe a la Realidad".

"Vamos a intentarlo de nuevo. Vamos a escribir con el corazón" L.Code
- Capítulo 1-

Ya era demasiado tarde para intentar arreglarlo. Ahí estaba sentado, con los pies colgando, como cuando un niño se sienta en una silla a la que le cuesta subir. En la azotea del rascacielos donde vivía pasaba muchos de sus malos momentos, llorando sin consuelo. Sintiendo en su piel cada uno de los copos de nieve que surgían de la oscuridad. Sin darse cuenta los copos se fueron juntando con las lágrimas apenadas de aquel Peter pan.
 Admiraba todas las luces, formas colores, olores y sensaciones que la noche producía en el. El gélido viento arropaba su cuerpo. Ahora tenía que tomar la decisión final, si saltaría al vacío o no.

“Un escritor sin sentimientos es como un cómico serio”. Un cubículo inherente, extraño, confuso. Es un sol sin rayos, o una estrella sin destello. Son cosas imprescindibles, para la existencia, esa carencia afectiva de la que habla el ser sin sentimientos, el escritor sin letras, es como una rana que sabe croar pero no lo hace. Un Zipi sin zape, un reloj sin horas. Creo que ya habéis captado la idea queridos lectores.
Tecleaba al son de las notas del piano mientras se rascaba un ojo nuestro protagonista. Cansado de escribir, y de intentar frustradamente que alguien le entendiera, decidió cerrar portátil, y ojos, e irse a la cama, mañana sería otro día.
El incómodo pitido del despertador digital del 95 tronaba en el cerebro de Cameron. Con agresividad mañanera lo estampa contra la pared, y ahí queda, roto, hecho añicos. Con lentitud y un carente desparpajo, estira cada una de sus extremidades en la cama. Harto de que el despertador sonara sin objetivo alguno, se tapa con todas las sábanas y mantas hasta la cabeza, hoy sería una larga y fría mañana en las calles de Manhattan.
Agobiado entre tanta sábana, de una patada las tiró todas al suelo, como no, tenía el pelo despeinadismo. Se puso las gafas y se acarició la perilla, que pereza otra vez a volver a lo de siempre. Se levantó y se hizo una coleta . Se dirigó al espejo, la misma cara de siempre esa actitud vital de desiria, de pesadez y de cansancio. Hoy sería algo diferente, y el lo sabía.

Por un momento, creyó haber visto a aquel adolescente feliz que un dia fué reflejado en el espejo del baño, pero como no, su mente le había jugado una mala pasada.
Cada día era más intensa esa sensación de desprecio que sentía hacia el mismo, de nostalgia de que no conseguiría volver a aquellos años de felicidad y de amor en los que se vió sumergidos con kalei, una chica que había alterado sus sentimientos toda su vida, todo. Pero sin querer que pasara, tuvo que decirle adiós, tendría que viajar a la ciudad de Manhattan para publicar sus libros en la editorial que se había fijado en el desde hacía años. Cameron le había propuesto infinidad de veces que fuera con él, pero Kalei sensata, dijo que era una locura, que eran muy jóvenes. Nunca olvidaría aquellos ojos verdes sumergidos en lágrimas, despidiéndose de el en el aeropuerto de Mónaco. Las lágrimas empezaban a surgir en los ojos negros de Cameron.


De un sobresalto, volvió a la realidad, Catherine le había despertado de aquel somnoliento y doloroso recuerdo. Cath estresada e impaciente le seguía a todos los lados de la casa comentándole rauda y veloz todos los acontecimientos que hoy le esperaban. Una sesión de fotos con el fotógrafo Gharet Uyoptre, una entrevista para el NY times, y estar 4 horas en el preestreno de su libro, firmando miles de ejemplares y haciéndose fotos con  gente a la que no conocía y los cuales no le importaban, al menos ahora ya no. Se afeitó, se lavo la cara, se enfundó en su traje, se peinó con agua el pelo hacia atrás y desayunó, la limusina le esperaba abajo.