martes, 2 de diciembre de 2014

Frío.

El ambiente es húmedo y cálido, las gotas caen encima de Dafne que recogida en si misma, mira el suelo de la bañera, ojiplática, sin mostrar emoción alguna.

Solo se escucha el caer de las millones de gotas rozando su cuerpo desnudo, el sonido abrumador del contacto con la superficie.

Las paredes están húmedas, las gotas caen lentamente, recorriendo la fina capa aguanosa que ha dejado ver el efecto del vapor de agua, cada vez caen más rápido, igual que las gotas de su pelo, hacia sus ojos. Pesan, están enrojecidos, cansados tristes, ojos negros carbón, ojos cenizos.

Ella solo oye voces en su cabeza, gritos, voces recordando errores, o decepciones, veces que no supo luchar, que no supo seguir, que cada día pesan más en ella, por que poco a poco taladran su cabeza y hacen agujeros, agujeros negros que lo absorben todo.

Entonces cuando ya no puede más, echa a llorar, grita, pega a las paredes, la desesperación le ha podido, el paso de los años en la soledad, cuando la única persona que se ayudaba era ella misma, y ahora que había encontrado la felicidad, se había esfumado, tal y como se esfumó toda esa gente de su vida. Tenía miedo a que alguien más pudiera hacerlo... tarde o temprano, y dejar un vacío que no se pudiera llenar... otro más.

Sus nudillos lucían rojos, con algún toque morado de toda la rabia y la impotencia acumulada. La marca de  las uñas en su piel de los arañazos de tanto sufrimiento, su respiración entrecortada, eso es lo que había, nada, solo quedaba esa nada, ese vacío en su corazón, por momentos eso es lo que hay.

Pánico a lo desconocido, o a que lo conocido se vuelva eso, desconocido...

Es una ironía.. Todo es cálido en ese baño, pero tan frío.


Shamli Moreno Jordana.


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